Para los que no me conozcáis, me puedo considerar guitarrista de dormitorio, aunque hace tiempo toqué en alguna que otra banda tributo.
Hace un par de años tuve la suerte de poder comprarme una acústica, concretamente una Martin D-18 zurda, a pesar de que tengo una Suhr, una Strato expléndida y una LP Traditional que pa qué, resulta que desde el momento en que la compré, no he dejado de tocarla a diario, es como si hubiera descubierto un mundo diferente al del cable y el ampli...
El caso es que yo, por herencia viciosa del tío Knopfler, aprendí a tocar con los dedos. Yo soy de los que se comen las uñas (y mucho), lo cual en una eléctrica con sus efectos y tal apenas se nota (o eso creo yo) pero a la hora de tocar una acústica, al pulsar con la carne de los dedos, se obtenía un sonido muy cálido pero de bajo volumen y bastante apagado, con muchos más graves.
Como apenas he utilizado la púa no tengo práctica con ella, un día cogí una y rasgué la guitarra, y mi sorpresa fue mayúscula cuando veo que el sonido de la guitarra ha cambiado enormemente, es super fuerte, nítido y llena una barbaridad, de hecho casi hasta molesta de lo alto que suena, menos cálido pero realmente espectacular. Otro mundo.
Recientemente he conseguido dejar de comerme las uñas (me ha costado un huevo porque es un acto reflejo, no es voluntario) y cual es mi sorpresa que, al tocar la acústica, he notado que ahora ha vuielto a cambiar el sonido. Ahora es un punto medio entre los dos anteriores: Cuando pulso hacia abajo lo hago con la uña, y hacia arriba con el dedo, con lo cual consigo más calidez pero con la intensidad y fuerza suficientes.
Sólo quería comentar mi experiencia, igual os parece una perogrullada pero a mí me ha resultado muy interesante, ya que es como si hubiera descubierto tres guitarras totalmente diferentes en una sola.
¿Qué os parece? ¿A lo mejor me he pasado con la medicación?
Un saludo y gracias a quien comente.