#108 Je, justamente del Lemmy/Orión hacia el Metro.
Un poco perjudicados en vez de dar un rodeo cómo hacíamos siempre bajamos por Gaztambide y a mitad de camino de repente, aquellos simpáticos caballeros decidieron que querían comentarnos unos temas. No se presentaron los muy cabrones, la credencial fue la primera patada por la espalda.
#110 Tal cual lo cuentas. Gloria al Lemmy y al Orion.
#111 Difuntos ya, lamentablemente.
El Lemmy, el Orion, el Pipas... En aquella época yo siempre iba armado, algo que jamás recomendaría a nadie, pero que me salvó la vida cerca de Plaza España, en la Calle Conde Duque. Me había cruzado por Gran Vía con unos rapados y, aunque se me quedaron mirando, creí que habían pasado de largo; había quedado cerca Argüelles con unos amigos y atajé por Conde Duque cuando, a mi espalda, vi que dos de ellos me habían seguido y, encima en invierno sobre las nueve de la noche -recuerdo que casi era navidad, ya había luces-, no había nadie en esa calle. Cuando corrieron hacia mí no huí, me di la vuelta y el primero se llevó la primera en la cabeza con la puntera de las botas de punta de acero que solía calzar, cuando el segundo vio que yo iba machete en mano a por él, abandonó a su amigo en el suelo. El tema es que a mí ya me habían atacado antes, y me juré que eso ya no iba a suceder de la misma forma. Eran tiempos complicados que parecen haber caído en el olvido, pero aquello sucedió y lo que retrataron en Diario de un Skin no era más que una mierda comercial que ni se acercaba a lo que estaba aconteciendo realmente. Lo siguientes que vengan me temo que, en lugar de atacarte en la calle, lo harán en algo parecido a la DGS, y todo por la inoperancia, ineptitud e irresponsabilidad de los partidos políticos que han dejado que esto surja y no han puesto ni medios ni ganas para evitarlo: dan asco todos, de momento, todos.
Por suerte aquello fue una moda absurda pero pasajera que se vio todos los países occidentales. Se puso de moda ir de ultra y malote, y las pintas, y pequeños grupos dentro de los que solo seguían la estética, la violencia como forma de diversión. Lecturas erróneas de la naranja mecánica. Ya ves tú, en cuanto llegó la moda cani, pues adios a las pataditas y a las persecuciones. Y luego de los chandals, los pantalones pitillo con los tobillos al aire...
Yo no buscaría tanto en lo ideológico, y desde luego hoy día no hay nada ni parecido.
#115 Yo veo que la cosa va por otros derroteros. Una parte de la población occidental está reaccionando contra lo que ellos consideran poder mediático de uniformidad ideológica, globalización etc. Llevan por dentro un hartazgo creciente por el mensaje uniforme que lanzan los medios y partidos, y votan lo contrario.
Ya ha pasado en otros países, a España como es habitual suelen tardar en llegar estas cosas, pero supongo que ha llegado también este fenómeno.
#114 Creo que entiendo lo que dices y sí que hubo una moda de malote chungo agresivo. Pero lo que relata el compañero Zeke creo va más allá y era otro palo. Era toda una corriente de pensamiento y era profundamente política. Las modas existían, pero también existía lo otro en la calle y efectivamente lo de Diario de un Skin, pues bueno, fue lo que fue. Yo lo que sé es que elegir vestir de una manera o ciertas preferencias culturales de podía costar un disgusto o algo peor en según qué zonas del centro de Madrid. Creo que el relato del compañero habla por si mismo.
Por eso y al hilo del hilo, prefiero las demostraciones artísticas que, si hablan de política sean sinceras. He vivido cosas parecidas a lo que comenta el compañero y siempre me ha fascinado que tras el cambio de gobierno todo aquello desapareció de la calle. Me gustaría pensar que la gente se moderó o que fue moda, pero mi sentido común me grita otras cosas.
Por eso no me gusta la censura ni las prohibiciones. Si alguien quiere cantar cosas homófobas que las cante, ya veré yo qué hacer con ello; me parece mucho más tóxico el homófono que se viste de tolerante, el racista que se viste de tolerante. Porque en ése discurso que no chirría ni molesta van dentro ideas muy peligrosas que no me molan nada y como han trascendido la calle, ya no me queda otra que vivirlas.