El Marin escribió:
Pero yo no preguntaba qué ofrecían al que toca, hablo AL PÚBLICO.
Al público le ofrecen algo que demanda:
1. Diversión.
2. Nada de comerse la cabeza con el análisis de lo que estás oyendo.
3. Comentar con los amigos lo mucho que te gustaban ciertos temas del grupo tributado. Lo que supuso para tí. Nostalgia.
4. Reírte con la caracterización.
5. Cantar las canciones.
6. Engorilarte.
7. Beber.
8. Repetir desde el 5, incrementando el valor de 1.
Y por último, algo clave para el público y de lo que aquí muchos no se dan cuenta:
TRANSVERSALIDAD entendida como una ausencia de una identidad excluyente. Esto no va de quien es más roquero, más metalero, más rudeboy, más punki, más rasta o más auténtico. A un tributo se va con los amigos, la familia, los hijos y gente que no iría al concierto de los de verdad porque está plagado de grupitos de marginados sociales que se creen los más roqueros, o metaleros; que viven su vida entera (no solo su adolescencia)
disfrazados como si la vida fuera un tributo de las bandas a las que admiran.
Eso ofrece un tributo. Por eso paga la gente, los garitos, los ayuntamientos, las peñas. Pagan para no tener que aguantar a los inaguantables, que además, como no es "auténtico" se quedan fuera. Doble ventaja. Toma ya.
Y ojo, la principal causa por la que se contrata a grupos emergentes no es la calidad musical, es la afinidad. Los moteros contratan a los que van de roqueros -con cueros, flecos, chalecos, parches, todo un juego de rol en vivo-, los punkis a los que van de anarquistas (sean mendigos, rudeboys, hippies ska-tológicos, o "arrascaquintas" -mención especial a los grupos de punk-ska-reggae en los que una tía marimacho canta siempre como el puto culo-), los melenudos depresivos a grupos de metal que hacen canciones inaguantables en compases extraños poniendo voces raras... La concejala de tu barrio contrata a Ella Baila Sola, porque visten como ella. Y cuando aplauden, aplauden afinidad.
Y eso solo ofrece -y digo solo- sentimiento de pertenencia a un grupo social que se define por el orgullo de pertenencia contracultural, pero que en realidad está en la mayoría de los casos plagado de marginados sociales (incluso la concejala pija de tu barrio en su interior sabe que es otra marginada social más). Culturalmente no aportan nada nuevo desde antes del año 2000.
Y hablamos de dignidad. No está mal hablar de ello, pero existen conceptos diferentes de dignidad.
Con mi grupo de versiones, cuando hago un bolo no me disfrazo -no vivo disfrazado-, ni siento que engañe al público, ni que le doy la turra, ni que ofrezca nada más que pasar un buen rato. Las pretensiones para otros. Y si hay algún músico presente, que pueda disfrutar de algo currado si le apetece. Y si aplauden, sé que aplauden lo bien que se lo están pasando, porque no hay nada más que aplaudir.
Y sabes quién nos contrata? Gente normal. El público al que muchas veces se desprecia y que supone el 99% de la sociedad en la que vivimos.
Y repiten.
Resumiendo. Los tributos ofrecen al público lo que busca, los grupos emergentes también (a SU público), y los grupos de versiones también.
Y el hecho de que algunos se definan como No-público de los grupos tributo no solo no es un handicap para su negocio, sino que forma parte de lo que su público considera como "ventajas".