Lijado y acuchillado:
El lijado y acuchillado de una guitarra es un proceso de lo más influyente a la hora de obtener un buen acabado.
La lija es un recurso muy bueno para el “bricolaje” pues disimula muchos fallos; la cuchilla es todo un arte (que yo sinceramente no he llegado a dominar). Imaginaos una cuchilla como un verdadero cepillo de carpintero que va debastando milésima a milésima en una fina viruta. Su función no es “raspar” es cortar. La lija “arranca” polvo de la superficie, por lo que el acabado con cuchilla siempre será más liso, cerrado y uniforme que el de la lija si sabemos hacerlo.
El proceso de refinado no se hace de golpe en este momento, sino que se ha venido haciendo a lo largo de todo el montaje. Con cuchilla se retiran los restos de cola, se ponen a ras los filetes y cenefas, se lleva a grueso la terraja, etc.
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Por poner un ejemplo; antes de insertar el diapasón se ha acuchillado ya la zona, pues cuando lo tengamos pegado, el resalte del diapasón nos impedirá hacer un buen acuchillado.
Para después reservamos el acuchillado del fondo y los aros.
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Casi tan importante como el manejo de la cuchilla de ebanista es su preparación y afilado. Una cuchilla de ebanista es una lámina de acero inoxidable a la cual le hemos matado el canto. Después por presión le hemos sacado unas rebabas que serán las que corten la madera. Afilar una de estas cuchillas necesita también de cierta destreza, pues no se trata de sacar un filo cortante, sino una afiladisima e invisible “voluta”en cada una de sus cuatro aristas útiles.
Sigo insistiendo, no penséis que es una operación baladí, de ella depende en gran medida el acabado. Tras el acuchillado viene el lijado y aquí empiezan las verdaderas diferencias entre unos artesanos y otros. Lijar a mano puede provocar “ondas”; lijar a máquina podría dar al traste con lo cuidadoso que hemos sido en la elección de los grosores. Lijar con un taco es difícil en las partes curvas y no lijar puede ser una opción si usamos otros abrasivos en el proceso de imprimación.
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Yo he intentado hacer un poco de todo dependiendo de cada parte, pero mi acuchillado ha dejado mucho que desear, pues el uso de cuchillas mal afiladas hacía que “arañara” la tapa armónica sin conseguir el pulido perfecto de la superficie. La lija lo disimuló todo pero el barniz lo sacó a relucir, obligándome a retirarlo un par de veces y a empezar de nuevo, hasta que llegado un punto, me aconsejaron no seguir acuchillando por el riesgo de “quedarme sin grosor” y que afectase a la estabilidad y sonoridad de la tapa. Así que no estoy contento con el acabado de la tapa armónica, aunque sí con el del resto de la guitarra.