#30
Es que a menudo se cree que como el jazz era cosa de negros, eran musicalmente incultos al estar socialmente marginados. Pero eran negros urbanos, en contacto con la música culta y las orquestas de su época, y que contaban con mucha complicidad de músicos blancos clásicamente formados (que también contribuyeron lo suyo al jazz, lo que a menudo se olvida). Por decirlo de alguna manera, durante el día eran músicos académicos, clásicos, y en los clubes nocturnos iban dando rienda suelta al estilo naciente retorciendo unas armonías y maneras instrumentales que ya conocían perfectamente y practicaban.
El blúes por su parte sí tiene unos orígenes ligados a la simplicidad musical de unos estratos sociales negros marginados pero nada urbanos, sino campesinos (los blancos se sumaron al blúes mucho después de sus orígenes), que no eran músicos de profesión y sin acceso a información musical elevada, que con muy escasos recursos teóricos e instrumentales (humildes instrumentos de percusión y cuerdas; de viento, apenas la popular armónica) supieron crear un género hoy en día básico para tantos otros, gracias a que su sencillez lo hace muy desarrollable y adaptable, y expresarse con él gracias a su excelente gusto musical.
El tipo de músicos que desarrollaron ambos géneros tan fundamentales en la música actual son totalmente distintos. Todo lo anterior ha hecho que el jazz haya sido considerado desde temprano como una música académica de bases clásicas y el blúes como un género popular, que en realidad no aporta novedades a lo que ya se venía haciendo desde hacía cuatro siglos.
Como apuntas, es el eterno debate entre el artista académico (que puede ser o no academicista, y romper o no las normas que previamente conoce) y el genio sin formación pero talentoso (que acabará asimilando fácilmente, aunque sea de forma intituitiva, los cánones académicos, lo reconozca o no, a menudo para romperlos; pero difícilmente puede superarse lo que no se conoce, sea de forma académicamente reglada o asimilado por la práctica).
Ambas vías producen grandes obras de arte, pero para la segunda hay que tener ese talento, ser un genio; y si lo denominamos así es precisamente por constituir la excepción.
Ya que citas las matemáticas (que tanto tienen que ver con la música), traigo a colación el ejemplo de Gauss [dios... ¿era Gauss?]: cuando su padre, que era maestro, le enseñó a sumar, el joven Gauss le preguntó «¿Y al revés?», intuyendo los números negativos. Se conoce que eso asustó al progenitor, que no continuó enseñándole matemáticas hasta que un buen día, algún tiempo después, descubrió en el ático de la casa una cantidad de apuntes que su hijo había desarrollado por sí mismo: toda una teoría matemática que había ido descubriendo por sí solo, con sus únicos recursos de genio. Así, a la circunferencia la denominaba «redondel».
Los ejemplos que se han puesto de grandes músicos sin formación teórica reglada, como tantos flamencos citados, de origen y formación popular, se corresponden con esto. Da igual como quieras denominar a un acorde de do mayor o a una cadencia española, si te lo han enseñado o lo has descubierto por ti mismo: el hecho es que estarás construyendo un do mayor o una cadencia española. Cuando muchos falmencos y otros músicos populares dicen no saber música únicamente se están refiriendo a que no han tenido una formación canónica, académica, y que no emplean su lenguaje, pero, como Gauss, habrán creado un léxico particular partiendo de su experiencia. Tomando tu ejemplo, la diferencia es que si te dicen que resuelvas «a la Tomasa», sólo lo entenderás si conoces la música de la Tomasa tal; si te indican que resuelvas en mayor, lo entenderás siendo músico vengas de donde vengas, en cualquier época, y sin saber quien es la buena de Tomasa.
La diferencia, y esto tengas talento o no, es que te estarás ahorrando tiempo y esfuerzo si cuentas con una guía que te aporte el sustento de lo que otros ya han hecho antes (cuando a Newton le preguntaron cómo había sido capaz de ver tan lejos, respondió que porque se había subido a hombros de gigantes, refiriéndose a Copérnico y Galileo). Por otra parte, como ya se ha apuntado aquí, el conocimiento de un lenguaje común hará posible que puedas comunicarte fácilmente con el resto (en música, con un lenguaje tan específico, no todo es tan intuitivo como la correspondencia entre «circunferencia» y el «redondel» del niño Gauss).