https://www.facebook.com/notes/belial-b%C3%A1ez/el-silencio-de-los-borregos/521489697893115
Es una nota de facebook, pero para los que no tengáis facebook, la publico íntegra
Corrupción. Trabajo. Jornada laboral. Rutina. Educación. Sanidad. ¿Derechos? Deberes. Libre pensamiento, siempre que sea homogéneo y encaminado a producir. Prima de riesgo. Crisis. Política. Más corrupción. Escándalos. Competencias.
Pobreza. Hambre. Muerte. Éxodo. Culpa. Inacción. Miedo. Derrotismo. Y la puta creencia de siempre, el gran engaño politico. No podéis cambiar nada. "El mundo es así". "Como si tú pudieras cambiar algo". "Las cosas siempre ha sido así".
Los borregos, silenciosos, esperan su turno en el matadero. Parecen tranquilos, mientras escuchaban los gritos de angustia y dolor de uno de sus compañeros. "No me ha tocado a mí", piensa uno de los borregos. Está a salvo; tranquilo y expectante, resguardado de la luz del exterior, el borrego se entretiene observando fijamente unas luces que brillan en el techo.
Los gritos llenan la estancia y algunos borregos parecen nerviosos, inquietos. Un borrego, que arremetido contra la jaula que atenaza su libertad, Tratar de explicarles a sus compañeros de celda que los barrotes no son tan fuertes como parece, que cederán si todos colaboran. Les avisa sobre los gritos que no cesan, pero nada parece surtir efecto.
"Tú no puedes cambiar nada", le responde uno de los borregos, quien se considera viejo y sabio. "Desde que yo era apenas una cría siempre ha sido así. Siempre ha habido borregos que viven y borregos que mueren".
"Eso no significa nada para mi. Las cosas pueden cambiar; las cosas siempre terminan cambiando".
Otro borrego interviene. "Deberías estar tranquilo, estamos lejos de esa zona. A nosotros nos quieren por nuestra lana, estamos completamente a salvo. Deja que ellos se las arreglen como puedan".
La historia de estos borregos, es tan antiguo como la vida misma. La historia de estos borregos es la que vivimos nosotros diaria. Un país, una Europa, un mundo, que nos ha enseñado a deificar las decisiones que otros toman por nosotros. Una sociedad que se basa en falsos dogmas y axiomas que jamás han demostrado funcionar. La lucha del individuo, no contra otros individuos, su entorno, por los elementos, sino contra sí mismo, contra sus instintos y la configuración de su propio ser.
El último bastión del ser humano es la esperanza. Existe un fenómeno conocido en psicología como indefensión aprendida, que nos explica que un ser humano puede llegar a pensar que cualquier acto o intento de cambio por su parte no va a tener una repercusión real en el resultado final; es decir, lo que hagamos no sirve de nada.
La indefensión aprendida, termina derivando en la llamada desesperanza. La desesperanza convierte al ser humano en un ser dócil y manejable; un borrego. Asistimos, en los albores del siglo XXI, a un fenómeno masivo y mundial de indefensión aprendida.
El siglo pasado fue un siglo de revoluciones y lucha. La esclavitud y la marginación por motivos de raza y sexo fueron abolidas en gran parte del mundo, se instauró el sufragio universal en la mayor parte de los países, la libertad religiosa y la libertad de expresión se hicieron un hueco en buena parte del mundo. Las barreras sociales y las castas parecían tender a la desaparición.
Sin embargo, nos acomodamos. Olvidamos la lucha y a quienes habían luchado; olvidamos nuestra propia capacidad de cambio, el poder de que disponemos, La revolución social.
Políticos y grandes fuerzas, comenzaron a introducir una idea en el seno de los seres humanos. Esta idea se fue fraguando y fue calando hondo en algunos países como España. La idea era simple; las cosas son como son y no pueden cambiar. El mundo es así. Son cosas que pasan. Y el último supuesto, quizás el más grave de todos; tú también lo harías.
De esta forma se generó un proceso global de indefensión aprendida en la llamada clase media. Éste proceso acallaba las voces revolucionarias y utilizaba la propia población como elemento distractor; el supuesto se basanr en generar un sentimiento de pertenencia/exclusión entre los diferentes grupos sociales. De esta forma, los funcionarios atacan a los empresarios, los pequeños empresarios atacan a los funcionarios, y los trabajadores por cuenta ajena atacan a ambos. Esto permite que ninguno de esos grupos ataque al enemigo común, a los antisistema, aquellos que, estando en el poder, quieren derrocar la capacidad de elección de la población y subyugarles.
Con el paso de los años y mediante estas estrategias de manipulación psicológica, la población mundial fue convirtiéndose en un interesante campo de estudio; estudio que, a la postre, se ha demostrado exitoso. Basta con unos pocos elementos distractores y de ocio, como los deportes o noticias colocadas estratégicamente (un comentario socialmente desafortunado de un político o un famoso, un partido de fútbol, o una catástrofe natural), para hacer que la población no consiga centrarse en lo realmente importante.
Si además de esto sumamos un enfrentamiento entre los propios habitantes, obteniendo así una segregación, resulta casi imposible que la población se alinee en contra de quienes quieren chuparles la vida.
Aún así, la estrategia más importante, como ya he explicado, ha sido la de generar una indefensión aprendida en toda la población. Es común la creencia de que el ciudadano nada puede contra los grupos de presión, lobbies, o gobiernos corruptos. A pesar del crecimiento de Internet, de la mayor fuerza dentro del sistema capitalista del ciudadano medio, y de las mejorías educativas y el acceso a la cultura, parece complacernos el sentir que no valemos nada ni podemos hacer nada.
No nos percatamos de que la realidad es que las revoluciones anteriores partieron de personas con muchos menos medios, y en la mayor parte de los casos con menos educación. Los famosos ideólogos, aquellos a quienes parecéis esperar como un cristiano esperar el advenimiento de Cristo, no era más que catalizadores de un movimiento social genérico.
La cultura de lo políticamente correcto y la indefensión aprendida hace que la propia población se lance contra estos ideólogos modernos, que buscan remover conciencias. Son los propios ciudadanos los que se ocupan de acallar sus voces.
La radicalización política es otro de los grandes instrumentos. Personas que tienen ideas en común, en la mayor parte de los casos las más básicas, se pelean debatiendo estupideces mientras viven, crecen y mueren trabajando.
La creatividad y el pensamiento alternativo son ahora considerados un elemento de erradicar. Prueba de ello son términos como "raro" o "frikis". Estos términos se le suelen aplicar a personas que han desarrollado una conciencia propia alejada de lo que pretende la sociedad moderna.
El auge del arte popular, que parecía destinado a remover conciencias desde la base del propio pueblo, se ha aprovechado para hacer un arte fácil y digestivo. Por favor, que tus formas artísticas no me provoquen dolor de estómago. Que no me hagan pensar, que no remueva mi conciencia.
El arte, a día de hoy, debe encaminarse siempre a la diversión y ser realizado de forma que cualquiera pueda comprenderlo; aún cuando ese "cualquiera" no tenga interés real en despertar su conciencia.
Mis queridos borregos; es hora de despertar. Es hora de volverse hacia la pared de nuestra celda y golpear con fuerza sus barrotes.
Es hora de dejar de creer que no podemos cambiar nada. Es hora de abandonar nuestro silencio y gritar. De dejar de esperar a que el carnicero decida que también es nuestro turno. De esperar a que venga un genio que arregle la situación, a que aparezcan soldados que luchan por nosotros mientras comemos hierba y balamos.
No es cuestión una crisis económica; es cuestión de justicia, de equidad, de una vida digna en la que no tengamos que trabajar de sol a sol y pensar constantemente los afortunados que somos por tener pan que llevarnos a la boca. Es una lucha moral, una cuestion de ética y amor por uno mismo.
No eres afortunado por tener un trabajo. Lo es por ser feliz, por aprender, por tener tiempo para disfrutar de la vida, por descubrirte a ti mismo y cultivarte.
No eres tu trabajo. No eres el producto de tu trabajo. No eres "insignificante". El es parte de una fuerza social, de una capacidad de lucha global que puede cambiar el mundo. No eres un número en el ordenador un banco. No eres un nombre en una partida de nacimiento.
Al final todo se resume a una realidad de la que intentamos huir. Eres lo que decides ser. Y si decides ser un borrego, disfruta de tu silencio y de una vida sin pasión y futuro.
Pero si decides descubrir qué tipo de persona eres… es hora de lanzarte contra tu celda y olvidarte del silencio.
Sufre, lucha, vive. Pero descubre quién quiere ser, antes de que sea tarde.
Es una nota de facebook, pero para los que no tengáis facebook, la publico íntegra
Corrupción. Trabajo. Jornada laboral. Rutina. Educación. Sanidad. ¿Derechos? Deberes. Libre pensamiento, siempre que sea homogéneo y encaminado a producir. Prima de riesgo. Crisis. Política. Más corrupción. Escándalos. Competencias.
Pobreza. Hambre. Muerte. Éxodo. Culpa. Inacción. Miedo. Derrotismo. Y la puta creencia de siempre, el gran engaño politico. No podéis cambiar nada. "El mundo es así". "Como si tú pudieras cambiar algo". "Las cosas siempre ha sido así".
Los borregos, silenciosos, esperan su turno en el matadero. Parecen tranquilos, mientras escuchaban los gritos de angustia y dolor de uno de sus compañeros. "No me ha tocado a mí", piensa uno de los borregos. Está a salvo; tranquilo y expectante, resguardado de la luz del exterior, el borrego se entretiene observando fijamente unas luces que brillan en el techo.
Los gritos llenan la estancia y algunos borregos parecen nerviosos, inquietos. Un borrego, que arremetido contra la jaula que atenaza su libertad, Tratar de explicarles a sus compañeros de celda que los barrotes no son tan fuertes como parece, que cederán si todos colaboran. Les avisa sobre los gritos que no cesan, pero nada parece surtir efecto.
"Tú no puedes cambiar nada", le responde uno de los borregos, quien se considera viejo y sabio. "Desde que yo era apenas una cría siempre ha sido así. Siempre ha habido borregos que viven y borregos que mueren".
"Eso no significa nada para mi. Las cosas pueden cambiar; las cosas siempre terminan cambiando".
Otro borrego interviene. "Deberías estar tranquilo, estamos lejos de esa zona. A nosotros nos quieren por nuestra lana, estamos completamente a salvo. Deja que ellos se las arreglen como puedan".
La historia de estos borregos, es tan antiguo como la vida misma. La historia de estos borregos es la que vivimos nosotros diaria. Un país, una Europa, un mundo, que nos ha enseñado a deificar las decisiones que otros toman por nosotros. Una sociedad que se basa en falsos dogmas y axiomas que jamás han demostrado funcionar. La lucha del individuo, no contra otros individuos, su entorno, por los elementos, sino contra sí mismo, contra sus instintos y la configuración de su propio ser.
El último bastión del ser humano es la esperanza. Existe un fenómeno conocido en psicología como indefensión aprendida, que nos explica que un ser humano puede llegar a pensar que cualquier acto o intento de cambio por su parte no va a tener una repercusión real en el resultado final; es decir, lo que hagamos no sirve de nada.
La indefensión aprendida, termina derivando en la llamada desesperanza. La desesperanza convierte al ser humano en un ser dócil y manejable; un borrego. Asistimos, en los albores del siglo XXI, a un fenómeno masivo y mundial de indefensión aprendida.
El siglo pasado fue un siglo de revoluciones y lucha. La esclavitud y la marginación por motivos de raza y sexo fueron abolidas en gran parte del mundo, se instauró el sufragio universal en la mayor parte de los países, la libertad religiosa y la libertad de expresión se hicieron un hueco en buena parte del mundo. Las barreras sociales y las castas parecían tender a la desaparición.
Sin embargo, nos acomodamos. Olvidamos la lucha y a quienes habían luchado; olvidamos nuestra propia capacidad de cambio, el poder de que disponemos, La revolución social.
Políticos y grandes fuerzas, comenzaron a introducir una idea en el seno de los seres humanos. Esta idea se fue fraguando y fue calando hondo en algunos países como España. La idea era simple; las cosas son como son y no pueden cambiar. El mundo es así. Son cosas que pasan. Y el último supuesto, quizás el más grave de todos; tú también lo harías.
De esta forma se generó un proceso global de indefensión aprendida en la llamada clase media. Éste proceso acallaba las voces revolucionarias y utilizaba la propia población como elemento distractor; el supuesto se basanr en generar un sentimiento de pertenencia/exclusión entre los diferentes grupos sociales. De esta forma, los funcionarios atacan a los empresarios, los pequeños empresarios atacan a los funcionarios, y los trabajadores por cuenta ajena atacan a ambos. Esto permite que ninguno de esos grupos ataque al enemigo común, a los antisistema, aquellos que, estando en el poder, quieren derrocar la capacidad de elección de la población y subyugarles.
Con el paso de los años y mediante estas estrategias de manipulación psicológica, la población mundial fue convirtiéndose en un interesante campo de estudio; estudio que, a la postre, se ha demostrado exitoso. Basta con unos pocos elementos distractores y de ocio, como los deportes o noticias colocadas estratégicamente (un comentario socialmente desafortunado de un político o un famoso, un partido de fútbol, o una catástrofe natural), para hacer que la población no consiga centrarse en lo realmente importante.
Si además de esto sumamos un enfrentamiento entre los propios habitantes, obteniendo así una segregación, resulta casi imposible que la población se alinee en contra de quienes quieren chuparles la vida.
Aún así, la estrategia más importante, como ya he explicado, ha sido la de generar una indefensión aprendida en toda la población. Es común la creencia de que el ciudadano nada puede contra los grupos de presión, lobbies, o gobiernos corruptos. A pesar del crecimiento de Internet, de la mayor fuerza dentro del sistema capitalista del ciudadano medio, y de las mejorías educativas y el acceso a la cultura, parece complacernos el sentir que no valemos nada ni podemos hacer nada.
No nos percatamos de que la realidad es que las revoluciones anteriores partieron de personas con muchos menos medios, y en la mayor parte de los casos con menos educación. Los famosos ideólogos, aquellos a quienes parecéis esperar como un cristiano esperar el advenimiento de Cristo, no era más que catalizadores de un movimiento social genérico.
La cultura de lo políticamente correcto y la indefensión aprendida hace que la propia población se lance contra estos ideólogos modernos, que buscan remover conciencias. Son los propios ciudadanos los que se ocupan de acallar sus voces.
La radicalización política es otro de los grandes instrumentos. Personas que tienen ideas en común, en la mayor parte de los casos las más básicas, se pelean debatiendo estupideces mientras viven, crecen y mueren trabajando.
La creatividad y el pensamiento alternativo son ahora considerados un elemento de erradicar. Prueba de ello son términos como "raro" o "frikis". Estos términos se le suelen aplicar a personas que han desarrollado una conciencia propia alejada de lo que pretende la sociedad moderna.
El auge del arte popular, que parecía destinado a remover conciencias desde la base del propio pueblo, se ha aprovechado para hacer un arte fácil y digestivo. Por favor, que tus formas artísticas no me provoquen dolor de estómago. Que no me hagan pensar, que no remueva mi conciencia.
El arte, a día de hoy, debe encaminarse siempre a la diversión y ser realizado de forma que cualquiera pueda comprenderlo; aún cuando ese "cualquiera" no tenga interés real en despertar su conciencia.
Mis queridos borregos; es hora de despertar. Es hora de volverse hacia la pared de nuestra celda y golpear con fuerza sus barrotes.
Es hora de dejar de creer que no podemos cambiar nada. Es hora de abandonar nuestro silencio y gritar. De dejar de esperar a que el carnicero decida que también es nuestro turno. De esperar a que venga un genio que arregle la situación, a que aparezcan soldados que luchan por nosotros mientras comemos hierba y balamos.
No es cuestión una crisis económica; es cuestión de justicia, de equidad, de una vida digna en la que no tengamos que trabajar de sol a sol y pensar constantemente los afortunados que somos por tener pan que llevarnos a la boca. Es una lucha moral, una cuestion de ética y amor por uno mismo.
No eres afortunado por tener un trabajo. Lo es por ser feliz, por aprender, por tener tiempo para disfrutar de la vida, por descubrirte a ti mismo y cultivarte.
No eres tu trabajo. No eres el producto de tu trabajo. No eres "insignificante". El es parte de una fuerza social, de una capacidad de lucha global que puede cambiar el mundo. No eres un número en el ordenador un banco. No eres un nombre en una partida de nacimiento.
Al final todo se resume a una realidad de la que intentamos huir. Eres lo que decides ser. Y si decides ser un borrego, disfruta de tu silencio y de una vida sin pasión y futuro.
Pero si decides descubrir qué tipo de persona eres… es hora de lanzarte contra tu celda y olvidarte del silencio.
Sufre, lucha, vive. Pero descubre quién quiere ser, antes de que sea tarde.