Duros a cuatro pesetas en guitarras de compraventa ¿quién es el afortunado?
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mixka escribió:Aun y así, son precios con una rebaja del 50%. Nada mal.
Desde luego . . . yo no he podido evitar escribir para intentar comprar uno.
He visto el anuncio "hipso facto" y me he lanzado (salian cero visitas al anuncio) pero ya no me hago ilusiones porque está demostrado que eso no es garantía de nada.
El sonido de la puerta del cuartelillo, al cerrarse detrás mio con dos vueltas de llave, me taladra el cerebro. ¡Dios!, que resaca.
-Tomy la ha diñado.
Escucho la voz, pero me cuesta enfocar la vista, cuándo lo consigo tengo que aceptar que es El Patrón, y el mierda ese del Indio que le hace de chico para todo, quienes me están esperando a la puerta. Comienzo a añorar el calabozo.
-¿Tommy Banacek?, ¿Ha sido de muerte natural?, No, que mierda ibas a estar tú aquí si hubiese pillado el 19 y la hubiese palmado. El 19 es poco para él, hubiera hecho falta el 21, o el 23, Todo era poco para Tomy, recuerdo que...
-Bobo, callate; contesta cuando te pregunten -escupe el Indio y yo le cojo un poco más de manía de la que ya le tengo. Pero callarme me callo, ya ves.
-¿Cuándo fue la última vez que supiste algo de él? -me interroga el Patrón tras un momento de silencio.
-¿De Tommy? Me levantó un ligue en Barbarella, el verano pasado, no he vuelto a Benidorn desde entonces.
-¿No estabas anoche con él?
-¿Anoche?, Esos tipos de hay atrás, los vestidos de verde, me han tenido setenta y una horas a la sombra y de aquí a nada se inventaran algo para volverme a meter dentro. Yo, chicos, me largo, quiero desayunar.
El Patrón le hace un gesto al indio, este sonríe, tiene mas dientes de oro que antes, parece un tiburón hortera, estoy a punto de decirlo, pero él habla antes.
-Ven, te invito a una Magdalena.
Y me suelta una hostia que me dobla.
Estoy en el asiento trasero del coche del Patrón, El Indio conduce, de cuando en cuando me envía un guiño por el retrovisor y yo le cojo un poco más de manía de la que ya le tengo, todavía más.
-¿Sacas algo en claro de todo esto?
Dice El Patrón refiriéndose a los papelotes que me ha hecho mirame. ¿algo en claro? Guitarras, precios que no cuadran, GAS, TooPaMí, todas las mierdas a las que juré nunca más acercarme. En los margenes hay alguna nota a lápiz, reconozco la letra de Tommy en casi todas; en la esquina de una carpeta de cartón hay un teléfono y un nombre Sheldon C. pero parece una letra femenina. Demasiados pesos pesados, Bobo, sal corriendo; me susurra al oído lo que me queda de conciencia, como siempre cuando ya es demasiado tarde. Contesto a la pregunta, más que nada por hacer tiempo.
-¿Estafa? ¿Falsificación? ¿Robo? ¿Cocaina?, yo que sé. Hablo por hablar. Digo esto porque eran los asuntos en los que se metía Tommy. Los asuntos en los que se metían los idiotas que al final tenían que tratar con Tommy.
El Patrón mastica un palillo, parece sopesarme con la mirada, voy loco por ducharme.
-Tommy había quedado con El Seco, hemos pensado que podrías presentarte tú en su nombre. Igual puedes conseguir alguna respuesta.
-¿El Seco?, ¡no!, mejor habla tú con él, veras. yo y él... bueno, ¿sabes?...
El coche se detiene y la puerta junto a mí se abre, miro de reojo, no quiero ver lo que veo, pero sí, estamos a la puerta del hotelito, de la cosa esa turística y tan mona que es el negocio del Seco.
-No puedo hacerlo, si entro hay creo que...
-Va, no exageres -me corta el Indio- estamos casi seguros que no te disparará nada más verte.
Yo no estoy tan seguro.
Continuará y puede que acabe y todo.
-Tomy la ha diñado.
Escucho la voz, pero me cuesta enfocar la vista, cuándo lo consigo tengo que aceptar que es El Patrón, y el mierda ese del Indio que le hace de chico para todo, quienes me están esperando a la puerta. Comienzo a añorar el calabozo.
-¿Tommy Banacek?, ¿Ha sido de muerte natural?, No, que mierda ibas a estar tú aquí si hubiese pillado el 19 y la hubiese palmado. El 19 es poco para él, hubiera hecho falta el 21, o el 23, Todo era poco para Tomy, recuerdo que...
-Bobo, callate; contesta cuando te pregunten -escupe el Indio y yo le cojo un poco más de manía de la que ya le tengo. Pero callarme me callo, ya ves.
-¿Cuándo fue la última vez que supiste algo de él? -me interroga el Patrón tras un momento de silencio.
-¿De Tommy? Me levantó un ligue en Barbarella, el verano pasado, no he vuelto a Benidorn desde entonces.
-¿No estabas anoche con él?
-¿Anoche?, Esos tipos de hay atrás, los vestidos de verde, me han tenido setenta y una horas a la sombra y de aquí a nada se inventaran algo para volverme a meter dentro. Yo, chicos, me largo, quiero desayunar.
El Patrón le hace un gesto al indio, este sonríe, tiene mas dientes de oro que antes, parece un tiburón hortera, estoy a punto de decirlo, pero él habla antes.
-Ven, te invito a una Magdalena.
Y me suelta una hostia que me dobla.
Estoy en el asiento trasero del coche del Patrón, El Indio conduce, de cuando en cuando me envía un guiño por el retrovisor y yo le cojo un poco más de manía de la que ya le tengo, todavía más.
-¿Sacas algo en claro de todo esto?
Dice El Patrón refiriéndose a los papelotes que me ha hecho mirame. ¿algo en claro? Guitarras, precios que no cuadran, GAS, TooPaMí, todas las mierdas a las que juré nunca más acercarme. En los margenes hay alguna nota a lápiz, reconozco la letra de Tommy en casi todas; en la esquina de una carpeta de cartón hay un teléfono y un nombre Sheldon C. pero parece una letra femenina. Demasiados pesos pesados, Bobo, sal corriendo; me susurra al oído lo que me queda de conciencia, como siempre cuando ya es demasiado tarde. Contesto a la pregunta, más que nada por hacer tiempo.
-¿Estafa? ¿Falsificación? ¿Robo? ¿Cocaina?, yo que sé. Hablo por hablar. Digo esto porque eran los asuntos en los que se metía Tommy. Los asuntos en los que se metían los idiotas que al final tenían que tratar con Tommy.
El Patrón mastica un palillo, parece sopesarme con la mirada, voy loco por ducharme.
-Tommy había quedado con El Seco, hemos pensado que podrías presentarte tú en su nombre. Igual puedes conseguir alguna respuesta.
-¿El Seco?, ¡no!, mejor habla tú con él, veras. yo y él... bueno, ¿sabes?...
El coche se detiene y la puerta junto a mí se abre, miro de reojo, no quiero ver lo que veo, pero sí, estamos a la puerta del hotelito, de la cosa esa turística y tan mona que es el negocio del Seco.
-No puedo hacerlo, si entro hay creo que...
-Va, no exageres -me corta el Indio- estamos casi seguros que no te disparará nada más verte.
Yo no estoy tan seguro.
Continuará y puede que acabe y todo.
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