ad nauseam. No se puede equipar el ir con un ciego del copón o vivir continuamente en una fiesta o estar enganchado estilo años 80, con el uso común que hace de los barbitúricos una sociedad como la de hoy en día. Es verdad que vivimos en una economía que se mueve por el consumo y la optimización del producto. Los medicamentos y drogas no se salvan de esta ideología extendida y con la expansión farmacéutica del mercado legal, ilegal y alegal y el marketing en torno a su consumo, ha emergido la sociedad de yonquis en la que nos movemos. Y, ¿Qué es un yonqui sino un consumidor compulsivo perfecto?.
Paralelamente al desarrollo del producto, también lo ha hecho la fineza y diversidad del consumidor, cuya tipología se ha extendido tanto que es imposible describirla con conceptos generalizadores. Yonquis, sí, pero de qué tipo, de los que el consumo no les impide llevar una vida normal en sociedad o la de los excluidos por este hecho. Doy un ejemplo: España tiene el porcentaje más algo de la EU en jubilad@s dependientes de las benzodiazepinas, la mayoría de ellas pagadas con la subvención de la seguridad social y a precios infladísimos.
Sin olvidarnos de una buena mayoría: consumidores ocasionales con información y conocedores de las reacciones que esa sustancia tomada en distintas dosis puede hacer en su ser. Y que seguro que también serán yonquis pero de otras cosas diferente de la droga.
Por otro lado, creo que hay ciertos puntos que se deberían tener en cuenta para no caer en generalizaciones absurdas. Por ejemplo, dosificación. Todos sabemos que, en lo relativo a este tipo de sustancias, no es lo mismo un poquito, que un muchito. En una sociedad que tiene tan expandido el consumo, encontramos gente que, sea con sustancias legales como con ilegales, las toma moderadamente en cuanto a su cantidad y periodicidad para alcanzar distintos estados tanto anímicos como de conciencia que los que se obtienen con dosis elevadas. Además, hay que tener en cuenta el tipo de droga a que nos referimos: Alcohol, nicotina, anfetamínicos, disociativos, lisérgicos, hipnóticos, las que interfieren en la producción y recepción de serotonina y las que no, etc. y cómo estas se consumen en sociedad o en la soledad. También están los temas de la tolerancia (y como se explica que la gente pueda hacer muchas cosas con un buen pedo), su distribución y la mafia tanto legal como ilegal que domina todo este negocio o la forma en que se consume: vía oral, rectal, intravenosa, esnifada o inhalada y como este hecho incide en la visión que el resto de la sociedad tiene de los diferentes tipos de consumidores. Hay otros muchos temas como la pureza de las sustancias o la diferencia en el tipo y forma de consumo de las distintas clases sociales y un largo etcétera.
A lo que voy es que el hilo originalmente va de cuál fue vuestra experiencia escuchando música tras tomar drogas. Si se deriva a un debate sobre drogas, usos, efectos y relación con la música, quizá sería bueno, como ya han hecho algunos foreros, tener en cuenta alguno de estos aspectos.
Le acabo de echar una lectura al hilo y de modo cíclico me sigue sorprendiendo que los debates en torno a las drogas se suelan torcer hacia una visión estereotipada y manida
Paralelamente al desarrollo del producto, también lo ha hecho la fineza y diversidad del consumidor, cuya tipología se ha extendido tanto que es imposible describirla con conceptos generalizadores. Yonquis, sí, pero de qué tipo, de los que el consumo no les impide llevar una vida normal en sociedad o la de los excluidos por este hecho. Doy un ejemplo: España tiene el porcentaje más algo de la EU en jubilad@s dependientes de las benzodiazepinas, la mayoría de ellas pagadas con la subvención de la seguridad social y a precios infladísimos.
Sin olvidarnos de una buena mayoría: consumidores ocasionales con información y conocedores de las reacciones que esa sustancia tomada en distintas dosis puede hacer en su ser. Y que seguro que también serán yonquis pero de otras cosas diferente de la droga.
Por otro lado, creo que hay ciertos puntos que se deberían tener en cuenta para no caer en generalizaciones absurdas. Por ejemplo, dosificación. Todos sabemos que, en lo relativo a este tipo de sustancias, no es lo mismo un poquito, que un muchito. En una sociedad que tiene tan expandido el consumo, encontramos gente que, sea con sustancias legales como con ilegales, las toma moderadamente en cuanto a su cantidad y periodicidad para alcanzar distintos estados tanto anímicos como de conciencia que los que se obtienen con dosis elevadas. Además, hay que tener en cuenta el tipo de droga a que nos referimos: Alcohol, nicotina, anfetamínicos, disociativos, lisérgicos, hipnóticos, las que interfieren en la producción y recepción de serotonina y las que no, etc. y cómo estas se consumen en sociedad o en la soledad. También están los temas de la tolerancia (y como se explica que la gente pueda hacer muchas cosas con un buen pedo), su distribución y la mafia tanto legal como ilegal que domina todo este negocio o la forma en que se consume: vía oral, rectal, intravenosa, esnifada o inhalada y como este hecho incide en la visión que el resto de la sociedad tiene de los diferentes tipos de consumidores. Hay otros muchos temas como la pureza de las sustancias o la diferencia en el tipo y forma de consumo de las distintas clases sociales y un largo etcétera.
A lo que voy es que el hilo originalmente va de cuál fue vuestra experiencia escuchando música tras tomar drogas. Si se deriva a un debate sobre drogas, usos, efectos y relación con la música, quizá sería bueno, como ya han hecho algunos foreros, tener en cuenta alguno de estos aspectos.