#914 Vaya temazo. No lo había escuchado. Gracias.
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#905
Esas tias tocan guitarras raras, de una pastilla o de color rosa con brilli...
#918 Bueno, el tema es el mismo, así que original y versión son un temazo, pero la versión de Rosalía me gusta más.
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#918
Pues mira, es un buen ejemplo. Los chicos, en su día, estaban encasillados en ciertos estereotipos y eran denostados por muchos músicos y melómanos. Luego pasan los años y se reivindica a un tipo de artista u otro. Es aquello de que en Madrid Rock sacaban a Camela del listado de top ventas que tenían en la pared porque, según su criterio, les dañaba la imagen y el estilo de la tienda. Estos grupos reventaban las ventas en las gasolineras de su región, en este caso a nivel nacional, y vendían igual o más que Metallica en esa tienda. Hoy aparecen críticos melancólicos cuya infancia era en parte oírlos en el coche y parece que Jeros era un auténtico genio revolucionario. Hace treinta años eso era "gitaneo"...
No voy a decir que Rosalía musicalmente sea Coltrane por complejidad. Hay cosas obvias, no hay color, pero tampoco Steve Vai es Shostakovich y no nos pasamos el día comparándolos.
La música, los músicos y la gente que gusta de la música están sujetos a muchas condicionantes más allá de lo estrictamente sonoro. Una vez que alguien se pone en un escenario, es un arte escénico. Y eso implica actuar, bailar, moverse, dar el cante, mobiliario del escenario, etc. Y eso puede ir desde los Kiss y su circo, al smoking del que toca el triángulo en una sinfónica, a la tarima y pantallas del DJ de electónica, las 30 pantallas fake del guitarrista metalero de turno, o ir de divo del art rock. Cada músico que ha alcanzado cierta notoriedad ha sido bueno en llegar más o menos al lego que se le pone delante (pasar de la paja mental a transmitir), en improvisar, en componer, en interpretar, en su técnica, en dar espectaculo visual, en los medios, en moverse dentro de la industria o en el escenario y en saber ceder más o menos a las presiones.
El oyente de música, yo incluido, tiene dentro de sí siempre un pequeño auditor que se dedica a buscar los fallos en vez de las virtudes, y a un pequeño intransigente que precisa que todo encaje en sus cánones en relación a sus conocimientos. Será la naturaleza humana. Rosalía se montó un TFM, después de cuatro años en los que, digo yo, que algo aprendería sabrá y ese algo será mucho más que otros músicos. En este TFM, cogía una obra del siglo XIII, creo, y le metía trap, flamenco y lo que le dio la gana. Y se sale de tono, no toca la guitarra ni el corno inglés, ni nacio en Jerez para poder cantar flamenco poo derecho (Si eso lo aplicaramos al blues...). Se monta el espectáculo y con el TFM vende una salvajada y se internacionaliza. Ya es más innovadora y original por definición que lo que hacen muchas bandas tributo de virtuosismo inaudito, copia fiel del de sus héres y de una inmensa mayoría de trabajos conformados por canciones sueltas.
Las Spice Girls vendieron 145 millones de discos y seguramente no vendan mucho más. El premio Nobel Bob Dylan irá por los 125 millones a lo largo de un porrón de décadas. Se pueden dar razones de lo malo y lo bueno para ambos. Cada pasaje de Vivaldi se sigue estudiando hoy en día. Las comparaciones musicales son odiosas.
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