off topic que venía tomando. También sobre su inusitada duración. Pero en realidad nunca me he explayado sobre mi opinión. Como parece que los últimos posts van dentro del tema que se plantea y a riesgo de que esto se siga alargando me voy a enrollar un poco.
Me he pasado 30 años con una guitarra de 400 pavos, más o menos. Una superstrato de una marca (Shadow) que apostó por buen material y construcción, incluyendo un preamplificadir interno, Floyd Rose Schaller y otras monerías, a un precio accesible. La marca, alemana, dejó de fabricar guitarras en 3 o 4 años, después de intentar reducir costes fabricando en Chequia.
Cuando me la compré no podía soñar nada mejor, para empezar era ¡una guitarra eléctrica! Encima era, o me parecía, bonita. Por circunstancias de la vida, hace 20 años quedó guardada en un armario y no salió hasta 2019.
También salieron del armario mis dedos, entumecidos después de casi 20 años de inactividad. Al principio mi guitarra ya me iba bien, pero al cabo de unos meses, eliminada la primera caía de óxido de los dedos, empecé a ver defectos.
Le eché la culpa a las pastillas, al previo… Me gasté un pastón es Seymour Duncan y en luthier, puse coil split variable, conmutación para fijar la pastilla de puente… Vaya que tenia que haber salido un cañón.
Pero me quedé insatisfecho, con una guitarra muy polivalente pero sin personalidad y sin conseguir darle el encanto que deseaba.
Me puse a visitar tiendas reales y virtuales, cambie de idea 80 veces…
Al final encontré una Les Paul Custom de segunda mano que me hace absolutamente feliz, por sonido, tacto, estética y GAS.
Todo esto es muy personal, cada uno lo vive a su manera y según sus posibilidades o prioridades. Quiero decir que cuando me compré ja Shadow, o después, podía económicamente buscar algo de más nivel, pero mis prioridades eran otras. Y cuando llegué a la Custom me vine arriba, después de haberme autolimitado durante un año de búsqueda.
Un día un vendedor que sabía que no le iba a comprar pero al que caí simpático y tenía tiempo, me enseñó las diferencias entre las gamas y cuestionó la idea de que “yo no me merezco esa guitarra” ¡Que coño! ¿Por qué no?
Y ahí llego la Les Paul y soy el Guitarrista Inútil más feliz del mundo.
Llevo varios posts en este hilo, alguno intentando resumir lo que se dice, en la mayoría haciendo coña con el cariz, a veces desabrido, a veces
Me he pasado 30 años con una guitarra de 400 pavos, más o menos. Una superstrato de una marca (Shadow) que apostó por buen material y construcción, incluyendo un preamplificadir interno, Floyd Rose Schaller y otras monerías, a un precio accesible. La marca, alemana, dejó de fabricar guitarras en 3 o 4 años, después de intentar reducir costes fabricando en Chequia.
Cuando me la compré no podía soñar nada mejor, para empezar era ¡una guitarra eléctrica! Encima era, o me parecía, bonita. Por circunstancias de la vida, hace 20 años quedó guardada en un armario y no salió hasta 2019.
También salieron del armario mis dedos, entumecidos después de casi 20 años de inactividad. Al principio mi guitarra ya me iba bien, pero al cabo de unos meses, eliminada la primera caía de óxido de los dedos, empecé a ver defectos.
Le eché la culpa a las pastillas, al previo… Me gasté un pastón es Seymour Duncan y en luthier, puse coil split variable, conmutación para fijar la pastilla de puente… Vaya que tenia que haber salido un cañón.
Pero me quedé insatisfecho, con una guitarra muy polivalente pero sin personalidad y sin conseguir darle el encanto que deseaba.
Me puse a visitar tiendas reales y virtuales, cambie de idea 80 veces…
Al final encontré una Les Paul Custom de segunda mano que me hace absolutamente feliz, por sonido, tacto, estética y GAS.
Todo esto es muy personal, cada uno lo vive a su manera y según sus posibilidades o prioridades. Quiero decir que cuando me compré ja Shadow, o después, podía económicamente buscar algo de más nivel, pero mis prioridades eran otras. Y cuando llegué a la Custom me vine arriba, después de haberme autolimitado durante un año de búsqueda.
Un día un vendedor que sabía que no le iba a comprar pero al que caí simpático y tenía tiempo, me enseñó las diferencias entre las gamas y cuestionó la idea de que “yo no me merezco esa guitarra” ¡Que coño! ¿Por qué no?
Y ahí llego la Les Paul y soy el Guitarrista Inútil más feliz del mundo.