Bien, pues a raiz del post de Cesar y su experiencia chunga en el "colegio de ensayo", salió algo que me ocurrió a mi y que supongo a más de uno le habrá pasado algo parecido.
Hace como 20 años, solíamos ir los fines de semana a la casa de un colega que tenía en una urbanización cerca del Montseny. Una noche, bastante noche, decidimos hacer una sesión OUIJA (vulgarmente, vasografía). Así pues, empezamos como habíamos hecho tantas otras veces. De repente, a la media hora o así, oímos como llamaban a la puerta salvajemente. Lo primero es que con la concentración y las horas, te quedas parado, pero no pasaron más de 10 segundos que fuimos a abrir y allí no había nadie y rápidamente salimos al balcón y tampoco. Bien, esto podría ser normal, pero la entrada a la casa era a traves de una escalera de considerable altura y esa entrada y por lo tanto salida daba justo abajo del balcón, desde el que se controlaba la entrada a la casa. La entrada está en la planta de arriba y por lo tanto la puerta también. Después de aquello, llegamos a la conclusión de que, quien había llamado a la puerta era Carl Lewis
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. Contemplamos la posibilidad de que hubiese saltado por la barandilla y que fuese algún gracioso de la urbanización, pero tendría que estar bastante chiflado, porque fijo que se rompía algo y además, había unanimidad en que era totalmente imposible que quien hubiese llamado desapareciera. Evidentemente, dejamos de hacer OUIJA y comenzó la charleta chunga/mal rollo sobre el tema, (uno de los colegas, digamos que tenía como cierta facilidad para que le pasaran estos temas, y tenía experiencias un poco raras, de esas paranormales). Pero total, que nos fuimos a dormir. Pues bien, nos levantamos por la mañana, recuerdo que el primero fuí yo, junto con mi amigo Ricardo, dueño y lo que vimos en el comedor, prácticamente, nos paralizó la sangre. Una silla volcada, los cacharros de la chimenea tirados por el suelo y encima, junto al televisor, dos candelabros de esos de velas volcados, e infinidad de cosas tiradas por el suelo. Los levantamos a todos, diciendo que la gracia era muy bonita, pero que la broma llegaba lejos y que saliera el humorista. Os aseguro que la cara que teníamos todos y más de la experiencia de la noche, reflejaba la inocencia del grupo. Todos estábamos acojonados, excepto mi colega al que estas historias ya no le impresionaban y le parecían normales. Esa fue mi última OUIJA, y como dicen los gallegos, "No creo en Meigas, pero haberlas,....haylas". Así pues, si teneis alguna experiencia parecida o alguna inquietud, estais en el posti indicado.
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