astrako77 escribió:
Te va a encantar. Ya contarás.
Pues sí que me encantó, música moderna, muy enraizada en otros músicos que han ido influyendo en la evolución de la composición musical en lso últimos 150 años, desde el Wagner más elaborado (Los personajes de Lear y Cordelia vienen a ser una especie de Wotan y Brunilde humanizados), a Schönberg y más allá, muy Messiaen el inicio del 2º acto, por ejemplo.
La ópera recoge la tragedia de Shakespeare y la estruja al máximo para los propósitos de la composición musical, que no da reposo, desde la entrada directamente con Lear (barítono) entonando un "a capella" desde fuera y haciendo su entrada majestuosa, mientras la orquesta comienza a proporcionarle un sustento, en escena espera las hijas y otros personajes clave, y ya tenemso presentado el drama.
En el desarrollo (muy bien cantado), se suceden con alta tensión diálogos entre metales y percusiones (como Prokofieff con un par de vueltas de tuerca... creo que bate un récord de instrumentos de percusión en el foso del Real, de hecho quitaron las dos primeras filas de butacas para ampliarlo), poco a poco los diálogos percusión-metales se convierten en contrapuntos, las cuerdas realizan pasajes intermedios o sirven de base dramática al desarrollo de algunas escenas. En general, canto más tirando a wagneriano, y base orquestal más tirando a tormenta dodecafónica, salvo los pasajes de cuerdas, a menudo con oscuros ecos de la "Noche transfigurada", acordes largos, complejos y móviles, a veces ondulantes.
El primer acto, de 80', es pura tensión tanto musical como dramática, una especie de thriller operístico en el que me sorprendía a veces con la espalda tensa y las manos agarradas a ambos lados de la butaca... Me encantó, lo comenté con unos conocidos que se sientan en la fila de delante de la mía (tenemos el mismo turno de abono) desde hace años, la señora me comentaba que a ella le gusta la ópera hasta Wagner, pero el dodecafonismo le cuesta un poco más, no obstante se quedaron hasta el final, la ópera lo merecía (hubo algunas deserciones en el descanso, pero no muchas en mi zona).
El 2º acto, de 60', comienza más al estilo Messiaen, pero pronto volvemos a las andanadas de percusión y metales y los interludios o bases de cuerdas para el canto sosegadamente dramático.
La fusión con el drama que se representa es total y perfecta, una gran "banda sonora" (incluyendo "efectos especiales" hechos con cuerdas, percusiones, metales...) para uno de los dramas shakespearianos más terribles.
Evidentemente la obra parte con esa ventaja sobre los argumentos míticos wagnerianos (demasiados dioses y semidioses.. aunque también tengan pasiones), porque un drama de Shakespeare de este calibre posiblemente sea insuperable en toda la literatura teatral.
Disfruté todo el tiempo, y salí encantado, incluso pensando en pillarme entrada otro día en otra zona más alta y lateral, para ver mejor la parte de orquesta que me tapaba la barandilla... (paro en fila 5, ayer fila 3 por las circunstancias orquestales).
Y también, a ver si encuentro una grabación algo más limpia que la que colgué el otro día del estreno en Múnich.
Los cantantes, excelentes, sobre todo los papeles principales (Lear y las 3 hijas), y a destacar también unos de los hijos de Gloucester, quien canta alternando voz de tenor o de contratenor en función de ser su personaje "real" u otro disfrazado por motivos del guión. Fue muy aplaudido, desde luego, pero al final. Detalle importante, porque a diferencia de ciertas óperas de repertorio muy trillado, el público no interrumpió en ningún momento con aplausos y esperó al final de cada acto para premiar a los intérpretes, algo que me congratula, puesto que odio los aplausos frecuentes, que cortan el ritmo dramático; no digo que no se pueda aplaudir sobre la marcha un aria interpretada de modo especialmente brillante, pero a veces parte del público es tan bisoño que aplauden cada aria (bien o mal cantada), como si estuvieran en un concierto de Bisbal...
Me dejo para el final al escenógrafo, un tipo renombrado pero al que tengo en la lista negra desde que, en 2017, llenó el escenario de "Carmen" primero con un grupo de legionarios y un fusilero corriendo alrededor, para luego ir de mal a peor, llenando las tablas en varias escenas con gente simulando coitos. Carmen, una ópera en la que la seducción es el hilo conductor, convertida en una vulgar chabacanería (salvada solo, como ocurre a menudo, por la brillantez de la partitura y unos cantantes que defendían bien sus papeles). Calixto Bieito, quien después ha atacado con similar saña alguna otra ópera en el Real.
Esta vez (doy gracias a su psicoanalista
), se nota que va mejorando mucho de sus complejos, pues en toda la ópera sólo sacó a un señor desnudo, que se plantaba a un lado del escenario unos 10' sin hacer nada mientras Lear cantaba una escena, el resto fue bastante sobrio y acorde al drama. Entre llenar el escenario de chabacanería y poner sólo a una persona en un ladito... bueno, no me voy a quejar...