Salgo del coche, lo primero que me planteo es largarme corriendo, ¿para arriba, para abajo?, da igual, al Indio le encantaría pasarme el carro por encima si le doy escusa.
Entre directo en el hotelito, no me quedaba más alternativa. Tras el mostrador una chica jovéncita parecía señalarles en un plano los puntos de interés, a una pareja de alemanes canos, ninguno de los tres levantó la vista cuando entré en recepción, así que yo seguí recto, deje el mostrador primero y después el ascensor a mi izquierda buscando la luz que entraba por una vidriera doble que resultó dar al jardín. Bordeé la piscina mientras me repetía por lo bajo que este sitio debería tener una salida trasera, que debía de tenerla, yo la iba a encontrar y me iba a largar por ella y deprisa. Unos niños aparecieron corriendo desde el lateral de una valla de cipreses que corría transversal a casi todo el ancho del terreno y me metí por dónde habían salido, para descubrir que detrás de los arboles había un híbrido de huerto y jardín, con senderos engravados que permitían pasear por él. Al fondo una reja entreabierta dejaba ver la calle. Solo se interponía entre ella y yo un tipo acuclillado que, de espaldas a mí, silbaba mientras trabajaba con una pequeña azada los bajos de las tomateras. La grava bajo mis pies crujió, el tipo dio una mirada por encima del hombro y casi de inmediato se levantó, para saludarme.
-Bobo, muchacho, cuanto tiempo.
El Seco no me había olvidado y se acercaba con largas zancadas hacía mí con algo parecido a un hacha en la mano, no eran buenas noticias. Comencé a balbucear.
-Esto... Seco, que bien te veo, ¿has pedido peso? Sí, seguro, estás mejor que nunca. Te preguntarás que hago aquí, ¡joder yo me lo pregunto! ¿Todavía estás cabreado?, joder ¿como iba a saber que los abejorros eran falsos?, dime; ¿cómo?...
-A veces pienso en ello, todavía lo hago, no mucho, por suerte para ti. ¿Que te trae por el Sur?, ¿Todavía traficas con el Mojo?
-Lo dejé.
-No puedo creerlo.
-Nadie puede creerlo, ese es el problema, voy de un lado para otro a base de patadas en el culo y ahora he acabado aquí. Paso de liarte Seco, de explicarte historias, Tommy ¿esperabas a Tommy?, no va a aparecer, nunca, lo han sacado del tablero para siempre. Tenía preguntas para ti, hay gente que quiere conocer las respuestas.
-Y por qué no vienen ellos personalmente a recogerlas.
-No me han dado motivos, pero ¿recuerdas que no eres famoso por tu buen carácter?
El Seco se me queda mirando, pienso que me va a atizar, luego se echa a reír me coge por el hombro y me lleva a través del huerto, hacía una esquina escondida detrás de otra barrera de cipreses en que, al lado de una caseta de herramientas, hay una mesita y dos sillas de hierro un poco oxidadas, prácticamente me deposita en una de ellas y me pone en la mano una gaseosa la Casera helada que no sé de donde saca.
-Tommy no quería respuestas, quería escusas, algo que convenciera a los tipos de GAS que el genero era autentico, apetecible, rebosante de Mojo, ya sabes como les gusta el Mojo, ¿no te gustaría un poquito?
-Estoy fuera Seco, definitivamente, lo perdí todo por el Mojo, no volveré a caer.
-Tienes todo mi apoyo, Bobo. Además el Mojo ya no es lo que era.
-¿Que quieres decir?
-¿Quieres que hablemos de abejorros?, ¿de condensadores falsificados por la propia major? Bobo, el Mojo ya no interesa a nadie, tú, yo, los tipos de GAS somos dinosaurios. Cada año salen cientos de modelos que prometen ser lo más y cada año hay menos guitarristas. ¿que espacio le queda al Mojo en este panorama?...
Me despisto, pienso el Mojo siempre ha estado ahí, siempre lo estará. Me estremezco, lo he dejado, punto. El Seco continua hablando intento prestar atención a lo que dice.
-....has de entender el negocio, tú tienes una tienda de instrumentos musicales ¿con que ganas el dinero?, ¿con las Custom Shop?, no papito, tu lo ganas con las flautas dulces, que vendes a docenas cada principio de curso y luego los niños pierden. Lo ganas con los kits de iniciación que vendes a decenas justo antes de navidad y acaban en la basura al cabo de seis meses. ¿Cada cuanto tiempo piensas que entra un tipo por la puerta y pide una Rick? Te lo diré: nunca.
-No es posible.
-Te lo aseguró, los adictos al Mojo pensáis que las cosas que os son deseables a vosotros lo son para todo el mundo. No es así. No hay misterio, ese tipo es una tienda, cada vez que quiera comprar diez Squier, Fender le obliga comprar una mierda sobrevalorada, una mierda que no puede saldar, ni rebajar en exceso, porque los gringos no le volverían a vender genero. En serio, tienen tipos por ahí entrando en las tiendas, haciendo ojitos y pidiendo descuentos.
-¿Tipos vigilando precios?
-Los mismos que hacen el trabajo para Rolex, para Tumi, para Tucci, es como funciona el lujo. El tipo no pierde dinero, piensa ¿que margen debe dejar una guitarra para que valga la pena tener abierto el chiringo? El Tipo juega con ellas un tiempo, luego se las quita de encima y hace sitio en el almacén. Necesita el espacio, en nada le va a entrar una Paula nueva con afinadores electro-mecánicos y BlueTooth que nadie va a querer, pero le obligan a comprar para conseguir otro palet de Epis.
El Seco sonríe, bebe de su gaseosa, se seca los labios con el dorso de la mano y parece mirar hacía el jardín.
-Los adictos al Mojo habláis demasiado, os gusta tener opiniones, más proclamarlas, que os escuchen, discutir. No sabéis cuando es más de vuestro interés callar, no espantar la gallina de los huevos de oro. Sois pringaos, dais mala suerte, largate de aquí. ¿El de la puerta es el Patrón? dile que desaparezca también.
Me levanto, pienso en arrearle con la gaseosa, pero no me gusta como me mira el Seco, creo que le encantaría que lo intentara, o sea que ligerito, pero sin llegar a correr hago el camino a la inversa hacía la calle. Cuando salgo por la puerta el sol medio me ciega pero acierto a ver como se abre la portezuela del coche, me meto del tirón y me quedo sentado rumiando lo que me ha soltado el Seco, los caretos del Patrón y el Indio fijos en mí, el silencio llenando el coche.
-¿Que ha dicho? -pregunta el Patrón al final.
-Que el tono está en los dedos. ¿Podemos ir a desayunar?
Fin
Entre directo en el hotelito, no me quedaba más alternativa. Tras el mostrador una chica jovéncita parecía señalarles en un plano los puntos de interés, a una pareja de alemanes canos, ninguno de los tres levantó la vista cuando entré en recepción, así que yo seguí recto, deje el mostrador primero y después el ascensor a mi izquierda buscando la luz que entraba por una vidriera doble que resultó dar al jardín. Bordeé la piscina mientras me repetía por lo bajo que este sitio debería tener una salida trasera, que debía de tenerla, yo la iba a encontrar y me iba a largar por ella y deprisa. Unos niños aparecieron corriendo desde el lateral de una valla de cipreses que corría transversal a casi todo el ancho del terreno y me metí por dónde habían salido, para descubrir que detrás de los arboles había un híbrido de huerto y jardín, con senderos engravados que permitían pasear por él. Al fondo una reja entreabierta dejaba ver la calle. Solo se interponía entre ella y yo un tipo acuclillado que, de espaldas a mí, silbaba mientras trabajaba con una pequeña azada los bajos de las tomateras. La grava bajo mis pies crujió, el tipo dio una mirada por encima del hombro y casi de inmediato se levantó, para saludarme.
-Bobo, muchacho, cuanto tiempo.
El Seco no me había olvidado y se acercaba con largas zancadas hacía mí con algo parecido a un hacha en la mano, no eran buenas noticias. Comencé a balbucear.
-Esto... Seco, que bien te veo, ¿has pedido peso? Sí, seguro, estás mejor que nunca. Te preguntarás que hago aquí, ¡joder yo me lo pregunto! ¿Todavía estás cabreado?, joder ¿como iba a saber que los abejorros eran falsos?, dime; ¿cómo?...
-A veces pienso en ello, todavía lo hago, no mucho, por suerte para ti. ¿Que te trae por el Sur?, ¿Todavía traficas con el Mojo?
-Lo dejé.
-No puedo creerlo.
-Nadie puede creerlo, ese es el problema, voy de un lado para otro a base de patadas en el culo y ahora he acabado aquí. Paso de liarte Seco, de explicarte historias, Tommy ¿esperabas a Tommy?, no va a aparecer, nunca, lo han sacado del tablero para siempre. Tenía preguntas para ti, hay gente que quiere conocer las respuestas.
-Y por qué no vienen ellos personalmente a recogerlas.
-No me han dado motivos, pero ¿recuerdas que no eres famoso por tu buen carácter?
El Seco se me queda mirando, pienso que me va a atizar, luego se echa a reír me coge por el hombro y me lleva a través del huerto, hacía una esquina escondida detrás de otra barrera de cipreses en que, al lado de una caseta de herramientas, hay una mesita y dos sillas de hierro un poco oxidadas, prácticamente me deposita en una de ellas y me pone en la mano una gaseosa la Casera helada que no sé de donde saca.
-Tommy no quería respuestas, quería escusas, algo que convenciera a los tipos de GAS que el genero era autentico, apetecible, rebosante de Mojo, ya sabes como les gusta el Mojo, ¿no te gustaría un poquito?
-Estoy fuera Seco, definitivamente, lo perdí todo por el Mojo, no volveré a caer.
-Tienes todo mi apoyo, Bobo. Además el Mojo ya no es lo que era.
-¿Que quieres decir?
-¿Quieres que hablemos de abejorros?, ¿de condensadores falsificados por la propia major? Bobo, el Mojo ya no interesa a nadie, tú, yo, los tipos de GAS somos dinosaurios. Cada año salen cientos de modelos que prometen ser lo más y cada año hay menos guitarristas. ¿que espacio le queda al Mojo en este panorama?...
Me despisto, pienso el Mojo siempre ha estado ahí, siempre lo estará. Me estremezco, lo he dejado, punto. El Seco continua hablando intento prestar atención a lo que dice.
-....has de entender el negocio, tú tienes una tienda de instrumentos musicales ¿con que ganas el dinero?, ¿con las Custom Shop?, no papito, tu lo ganas con las flautas dulces, que vendes a docenas cada principio de curso y luego los niños pierden. Lo ganas con los kits de iniciación que vendes a decenas justo antes de navidad y acaban en la basura al cabo de seis meses. ¿Cada cuanto tiempo piensas que entra un tipo por la puerta y pide una Rick? Te lo diré: nunca.
-No es posible.
-Te lo aseguró, los adictos al Mojo pensáis que las cosas que os son deseables a vosotros lo son para todo el mundo. No es así. No hay misterio, ese tipo es una tienda, cada vez que quiera comprar diez Squier, Fender le obliga comprar una mierda sobrevalorada, una mierda que no puede saldar, ni rebajar en exceso, porque los gringos no le volverían a vender genero. En serio, tienen tipos por ahí entrando en las tiendas, haciendo ojitos y pidiendo descuentos.
-¿Tipos vigilando precios?
-Los mismos que hacen el trabajo para Rolex, para Tumi, para Tucci, es como funciona el lujo. El tipo no pierde dinero, piensa ¿que margen debe dejar una guitarra para que valga la pena tener abierto el chiringo? El Tipo juega con ellas un tiempo, luego se las quita de encima y hace sitio en el almacén. Necesita el espacio, en nada le va a entrar una Paula nueva con afinadores electro-mecánicos y BlueTooth que nadie va a querer, pero le obligan a comprar para conseguir otro palet de Epis.
El Seco sonríe, bebe de su gaseosa, se seca los labios con el dorso de la mano y parece mirar hacía el jardín.
-Los adictos al Mojo habláis demasiado, os gusta tener opiniones, más proclamarlas, que os escuchen, discutir. No sabéis cuando es más de vuestro interés callar, no espantar la gallina de los huevos de oro. Sois pringaos, dais mala suerte, largate de aquí. ¿El de la puerta es el Patrón? dile que desaparezca también.
Me levanto, pienso en arrearle con la gaseosa, pero no me gusta como me mira el Seco, creo que le encantaría que lo intentara, o sea que ligerito, pero sin llegar a correr hago el camino a la inversa hacía la calle. Cuando salgo por la puerta el sol medio me ciega pero acierto a ver como se abre la portezuela del coche, me meto del tirón y me quedo sentado rumiando lo que me ha soltado el Seco, los caretos del Patrón y el Indio fijos en mí, el silencio llenando el coche.
-¿Que ha dicho? -pregunta el Patrón al final.
-Que el tono está en los dedos. ¿Podemos ir a desayunar?
Fin
